25 enero 2010

Cuentos de otro lugar (I) Yo estaba allí

Lo confirmo: en la época de los Reyes Católicos había economía sumergida. Sí. Lo sé. Estaba allí, junto al ministro Corbacho. Él en aquellos entonces era un respetado tendero que trabajaba en su puesto en el mercado. Pagaba sus impuestos; mensualmente, los sueldos de sus empleados (que crecían con el IPC interanual); la Seguridad Social; el alquiler del local, etc. Vamos, que era un ciudadano ejemplar. Vivía con lo justo, pero cumplía.
Pero un día… ¡Sí, un día! No todos los cuentos tienen un final feliz… Lo que decía: un día su negocio quebró y la voz (la mala, ¿eh?) que todos tenemos en la conciencia le dijo que no pagase impuestos; que emplease a moriscos, nada de mercado nacional porque pedían mucho y trabajaban poco; que se olvidara de la Seguridad Social; que como las previsiones eran que el paro volvía a subir que se fuera a Zimbabwe a crear una plataforma de Gays y Lesbianas porque Fernando e Isabel o Isabel y Fernando, tanto monta monta tanto, les iba a dar una subvención de cerca de 30 millones de reales (al cambio lo que vienen a ser cerca de 30.000 euros). Pero este Corbacho decía que no, que los reyes eran buenos, que el sueldo de sus 409 asesores era muy poco ¡para lo bien que lo están haciendo!
Incluso un amigo suyo, el ministro de Trabajo de los Reyes Católicos, anunció una inversión estratosférica para la creación de empleo. Pero él ya no creía, no podía más en este país y se marchó a Zimbabwe.

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